Rafael tiene 38 años de edad y el dia anterior había consultado en el DCCU más cercano a su domicilio por presentar dolor en cara anterior de hemitórax derecho de varios días de evolución, discontínuo, punzante, de intensidad moderada, aumentando con ciertos movimientos o posturas.
Trabaja en el campo, y en esas fechas estaban en plena temporada de recogida de la aceituna, teniendo que manejar tabales de varios kilos de peso.
Acude a consulta con el informe del DCCU y nos aporta el ECG realizado en ese servicio
¿Podrias describir el ECG de Rafael? ¿Que diagnostico establecerías? ¿Harias alguna otra prueba ?
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lunes, 27 de mayo de 2019
viernes, 3 de mayo de 2019
GANGLION ACROMIOCLAVICULAR EVACUADO POR PUNCION
El ganglión es una lesión de partes blandas que puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente en adultos jóvenes. Su incidencia es mayor en las mujeres. Se trata de estructuras saculares, de tamaño variable, que se comunican de una forma más o menos evidente con la articulación o vaina tendinosa con la que se asocian
En la mayoría de los pacientes, sobre todo en los jóvenes, la etiología es idiopática, y no se asocia a ninguna patología reumatológica subyacente. Sólo en ocasiones se documenta una historia de traumatismo o microtraumatismos de repetición previos. Otras veces, el ganglión aparece en el contexto de alguna patología osteoarticular que condiciona el desarrollo del ganglión, como la artrosis, la artritis reumatoide y otras artropatías inflamatorias crónicas, o lesiones meniscales y ligamentosas
Los gangliones descritos en la articulación acromioclavicular aparecen en individuos de edad avanzada, y parecen estar asociados de forma casi constante a patología degenerativa de la articulación acromioclavicular y lesiones evolucionadas del manguito rotador (roturas tendinosas masivas)
Por tanto, la presencia de un ganglión acromioclavicular hace imperativa la evaluación del paciente para detectar la presencia de estas lesiones asociadas.
Los gangliones suelen ser indoloros, y cuando originan síntomas, estos suelen ser muy discretos, en forma de molestias cuando se moviliza la articulación o estructura tendinosa de la que dependen. Su aspecto a la exploración es el de una tumoración de superficie lisa y bien delimitada, redondeada, de tamaño muy variable, no dolorosa o poco dolorosa a la palpación. Su consistencia es variable, desde dura hasta blanda y fluctuante, en función de la tensión del contenido del ganglión. No se adhiere a la piel adyacente, que tiene un aspecto normal, sin signos inflamatorios.
Aunque puede aparecer súbitamente, por lo general crece a un ritmo lento, no es raro que en su evolución desaparezca de forma espontánea. También se pueden apreciar cambios del tamaño en relación con el movimiento articular. No suele presentar complicaciones ni afecta a la función articular, excepto cuando por su volumen origina compresiones nerviosas o limitación de la movilidad articular. La rotura de un ganglión o su infección son excepcionales.
El diagnóstico del ganglión es fundamentalmente clínico, y se basa en la exploración física de la lesión. En cuanto a las pruebas complementarias de imagen, la radiología simple únicamente muestra un aumento de partes blandas, o la existencia de lesiones en la articulación cuando el ganglión se asocia a alguna patología reumatológica. El diagnóstico de confirmación se efectúa mediante ecografía o resonancia magnética, que permite comprobar la naturaleza quística y el contenido líquido de la lesión sin evidencia de
Las técnicas de imagen posibilitan el diagnóstico diferencial con otras lesiones que pueden tener una apariencia similar a la exploración (neoplasias benignas o malignas, adenopatías, hematomas, aneurismas).
La punción diagnóstica o terapéutica de un ganglión debe efectuarse con agujas de grueso calibre, debido a que el contenido del ganglión está concentrado y es de una consistencia gelatinosa, mucho más viscoso que el líquido sinovial normal. En ocasiones la aspiración de este material es lenta y dificultosa.
El manejo terapéutico del ganglión debe ser básicamente conservador, tranquilizando al paciente y asegurándole la benignidad del proceso y la rareza de las complicaciones. Lo más razonable es adoptar una actitud expectante, ya que con frecuencia los gangliones pueden involucionar y desaparecer espontáneamente, lo que refuerza todavía más este manejo conservador. Aunque pueden desaparecer tras ejercer sobre ellos una presión (maniobras de aplastamiento), lo habitual es que recidiven. No se ha demostrado que los AINEs sean efectivos.
Cuando el ganglión produce síntomas, alcanza un tamaño
considerable o se objetiva un crecimiento del mismo, así como por
motivos estéticos, se puede intentar su tratamiento mediante la
evacuación del quiste por punción, que puede ser acompañada por la
infiltración de un corticoide de formulación depot. También son muy
frecuentes las recidivas tras la infiltración. En estos casos se debe
considerar el tratamiento quirúrgico, en el que se debe extirpar el
ganglión junto con su pedículo de comunicación con la cápsula articular,
para prevenir las recurrencias que se producen tras la excisión simple
del quiste.
En los pacientes con gangliones de la articulación acromioclavicular, se ha demostrado que un tratamiento quirúrgico basado en la extirpación exclusiva del ganglión es ineficaz, ya que suele recidivar si no se efectúa un tratamiento efectivo de las lesiones del manguito rotador y de la articulación acromioclavicular asociadas.
Vol. 12 – Núm. 10 – Diciembre 2002
MEDIFAM 2002; 12: 646-649
M. CRESPO PEÑA, V. BENAVIDES SIERRA*
Especialista en Reumatología y en Medicina Familiar y Comunitaria. *Especialista en
Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Arroyo de la Media Legua. Área 1.
INSALUD. Madrid