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domingo, 17 de abril de 2016

LA SOLICITUD DE PEPE

PEPE Y SU DILEMA


Estamos en nuestra consulta y entra Pepe. Tiene 31 años y en su historia de salud nos fijamos que, en la hoja de problemas, está especificado que padece infección por VIH. Cuando le ofrecemos en qué le podemos ayudar, nos hace la siguiente exposición:

“Tengo una amiga que trabaja en el hospital Virgen del Rocío y me ha dicho que el personal se dedica a cotillear en las historias de la gente. Ha visto que aparece en el mío que tengo el VIH. Quiero que borre esa información de mi historia clínica”

Tras un breve instante que sirve para recuperarnos del impacto de esta exposición y petición, le explicamos que lo que nos cuenta es una flagrante violación de la Ley de Protección de Datos y, como tal, le recomendamos que lo denuncie, si no ante la justicia, al menos como queja formal en el mencionado centro y ante la consejería de salud. Pepe no quiere saber nada de eso y lo único que quiere es que borremos esa información de su historial.

Volvemos a insistir explicando que esa información es importante, ya que puede condicionar como abordar distintos problemas de salud en el futuro por parte de los distintos profesionales que puedan atenderle en cualquier centro de Andalucía.

Pepe vuelve a insistir por su parte y nos dice que el informará al profesional que le atienda de cualquier cosa que necesite saber. Nos reitera la petición de que borremos esa información.


Llegados a este punto…¿Qué haríais vosotros?¿Borráis el dato de su historia?¿Contraargumentáis?¿Denunciáis la situación de alguna forma? 

3 comentarios:

  1. Podemos optar por la proteccion de datos, negandose a compartir la informacion con otros profesionales o ignorar la obligacion de secreto y facilitar la informacion siempre que ello sea beneficioso....

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  3. Es una situación compleja, en la que hay que conjugar diversas perspectivas.
    La historia clínica es una herramienta de trabajo de los profesionales sanitarios para custodiar el devenir en el tiempo, de sus actos relacionados con asistencias a los pacientes. Obviamente también es un relato de los padecimientos de los pacientes y de la evolución de sus problemas de enfermedad. Y esta es la clave del deber de custodia que tenemos de las historias, pues contienen información que se nos ha facilitado en un clima de confidencialidad y le debemos secreto profesional. Por tanto, la historia clínica debe ser consultada y redactada en el contexto de una asistencia al paciente y por los profesionales que le atienden. Nadie que no esté implicado en la asistencia debería acceder a ellas. La historia clínica facilita la continuidad y la resolución de problemas. Por eso, debe ser accesible a cualquier profesional que atienda al paciente en cualquier centro. Pero ¿cómo atendemos a veces a los pacientes, por ejemplo en una consulta de urgencias, con la pantalla del ordenador vuelta hacia la puerta accesible a todo el que quiera mirar? La verdad es que la historia digital única podría mejorar algunos aspectos de visualización.
    También es cierto que al ser los profesionales los redactores, poseen autoría intelectual sobre la historia clínica. De hecho, en ocasiones para procesos de acreditación profesional aportamos información de nuestras historias. Y tenemos derecho a expresar nuestras impresiones subjetivas en ellas, siempre de modo cortes y educado. Y a la redacción que creamos más oportuna, siempre con unas notas básicas.
    El paciente al tratar con un profesional sanitario tiene el deber de ser veraz siempre y no ocultar información. Es mejor creer a alguien que nos diga que los burros vuelan, que dejar de dar crédito injustamente a quien nos dice la verdad. De todo hay, pero el principio de confianza debe ser bidireccional. En las entrevistas clínicas, debe pesar mucho “lo que nos dice” el paciente. La idea actual de que “todo está en el ordenador” es muy perniciosa en mi opinión. Y también considero que lo es, la idea de que el paciente es dueño de su historia clínica por lo expuesto arriba. El paciente en todo caso es sujeto que padece sus enfermedades, de las que se recogen datos en la historia clínica.
    En este caso, el paciente puede temer razonablemente que a su historia accedan personas movidas por la curiosidad. Y puede pedir que algunos datos no estén expuestos abiertamente. Es decir que tratemos con delicadeza algunos de sus datos. No puede pedirnos que mintamos o que ocultemos datos importantes para él que puedan generarle problemas de seguridad o de errores diagnósticos. Y para otros, que pueden verse expuestos al contagio.
    La infección VIH puede estar en la historia referida con un icono genérico exactamente igual que el de fumador. Sólo se visualiza al picar sobre el icono. También podríamos abrir un proceso con un nombre genérico como “Informes” o “Procesos infecciosos” y archivar en él todo lo relativo a su Infección. De este modo, queda algo más discreto y los profesionales que lo atienden podrán acudir a esa carpeta en el momento que el paciente tal como nos asegura, les indique que tiene ese proceso.
    Lógicamente, esto se lo explicaríamos al paciente, tratando de que aceptara este curso de acción intermedio.

    Mª Constanza Colchero

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