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viernes, 2 de diciembre de 2016

PURPURA SENIL: NO ES LA ASPIRINA

La aparición de manchas de color púrpura, sobre todo en manos y antebrazos de forma espontánea o ante mínimos traumatismos es un problema frecuente en los ancianos. Se le denomina 'Púrpura senil de Bateman”. Son las consecuencias del paso inexorable de los años, que se traduce en una fragilidad capilar que hace que los hematíes se extravasen con facilidad. 

La púrpura, en general, es una extravasación hemática (de sangre) en la dermis, que puede ser debida a alteraciones de los componentes de la sangre (púrpuras intravasculares o hematológicas, fundamentalmente trombocitopenia), del propio vaso (púrpuras vasculares) o extravasculares, como trastornos de los tejidos de sostén del vaso (la púrpura de Bateman es de este tipo). 

Desde el punto de vista semiológico, se distinguen petequias, máculas purpúricas menores de 2-3 mm, equimosis, lesiones maculosas purpúricas de mayor tamaño, que suelen estar relacionadas con traumatismos leves, y hematomas, lesiones hemorrágicas que se extienden al tejido celular subcutáneo, dolorosas a la presión y habitualmente causadas por traumatismos más intensos. 

 El diagnóstico clínico es tan evidente que no es necesaria ninguna otra exploración complementaria (mucho menos una biopsia), así que lo único que nos queda es convencer al paciente con el poder de la palabra. 

 El tratamiento es bastante menos satisfactorio. Aparte de las medidas obvias (evitar traumatismos, mantener una hidratación correcta de la piel), no existen tratamientos específicos para evitar la aparición de estas lesiones, aunque algunos autores proponen que suplementar la dieta con vitamina C podría ayudar

Para despedirnos vamos a mojarnos con la lluvia púrpura de Prince


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